Me entero hoy tempranito leyendo el blog de Enrique Dans que Amazon se convirtió en Big Brother y no me lo puedo creer. Luego veo que La Nación ya había publicado la noticia y me lo creo más, aunque me sigue pareciendo inaudito.
Amazon penetró electrónicamente en la propiedad privada de sus clientes (en el lector Kindle) y les retiró sin su permiso un par de libros electrónicos, casual o irónicamente, 1984 y Animal Farm de Orwell. Aparentemente por un problema de derechos de autor. Independientemente del problema, Amazon debiera haberse puesto del lado de sus clientes y asumir el costo de la disputa editorial. Lo que hizo, en cambio, equivale a que un librero tradicional, por ejemplo al que le compraste ayer el último libro de Harry Potter o Amos Oz, entrara hoy sin tu permiso a tu casa y tomara de vuelta el libro que compraste porque él, y no vos, enfrenta un lío con los editores. Amazon reembolsó el monto de la compra a todos los que habían adquirido 1984 y Animal Farm, pero eso en ningún sentido sirve de excusa.
Yo he visitado Amazon y comprado en su sitio desde hace años y siempre me han gustado sus servicios. Y, entre otras cosas, precisamente me gusta que siga y lleve registro de las páginas que visito y los productos que miro, y que se base en mis "listas de deseos" y en mis calificaciones de libros, etc., para hacerme recomendaciones a la medida de mis intereses. Y me gusta porque es eficaz: veo, por ejemplo, cinco o seis libros sobre el tema X y luego Amazon me recomienda otros diez o doce libros de temas relacionados, y casi siempre hay entre sus recomendaciones algunos interesantísimos cuya existencia yo desconocía, y agradezco la referencia y a veces, en efecto, termino comprando algo. Amazon solo puede hacerlo porque yo lo autorizo a "seguirme", a conocer mis preferencias y porque participo calificando libros y voy así, poco a poco, enseñándole a los algoritmos de los servidores de Amazon qué me gusta y qué no y en qué es más probable que gaste algunos dólares.
Otro asunto es el servicio al cliente, que la pura verdad siempre me ha parecido excelente. Hace pocos días, por cierto, tuve un problema con una compra, escribí un correo electrónico y a los 15 minutos recibí una respuesta de algún empleado de Amazon en la India (o así lo imaginé, pues venía firmado por "Vijayalakshmi") en el que me comunicaba amablemente que ya había resuelto mi problema. En una empresa que maneja miles de pedidos por hora, ¡duraron quince minutos para responderme! Quedé impresionado. Revisando ahora el mensaje de Vijayalakshmi, veo que al final del mismo aparece lo siguiente, a modo de firma:
"Amazon. com
We're Building Earth's Most Customer-Centric Company"
Una compañía centrada en el cliente. Eso lo he oído muchas veces en referencia a Amazon, y me sonaba bastante veraz, más tras haber leído, al buscar referencias o recomendaciones para posibles compras, cientos de reviews de clientes satisfechos.
La empresa ha dado toda clase de excusas y ha asegurado que no volverá a suceder. Pero el problema es que ya sucedió.
No puede uno más que pensar que "centrarse en el cliente" quería decir algo muy distinto de lo que sus fieles clientes creían que significaba. O bien, que no puede significar lo que debe significar mientras el atraso en la legislación sobre transacciones digitales no se ponga al día, o, por lo menos, hasta que las compañías decidan ser transparentes en sus negocios. Por ejemplo, cuando alguien compra un libro electrónico para el Kindle, en realidad no está comprando el libro, sino una licencia para leerlo. Creo entender que tras haberlo leído, uno no puede siquiera revenderlo, como vende uno sus libros usados; es más, ni siquiera podría uno regalarlo pues la licencia se limita al Kindle propio. Muchos clientes de Amazon, a raíz de este incidente, se han quejado de que nada de esto queda claro al comprar el aparato o los mismos libros electrónicos.
Amazon declaró que esto no volverá a suceder, y lo achacó a un error en sus sistemas, mediante el cual una tercera parte había subido las versiones electrónicas de estos libros sin el permiso del editor para ser vendidos en la tienda Kindle de Amazon.
Más info y argumentos interesantes:
Cade Metz, Thomas Claburn, Brad Stone (NY Times), David Pogue.
en otros blogs en español:
contenidos digitales, muycomputer, murmullo, xataka, engadget.
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18 jul 2009
Big Amazon
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pezenseco
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11:41 a. m.
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Catálogo: actualidad, amazon, clientes, kindle, tecnología
16 jul 2009
Vivimos la época más pacífica de la humanidad
En contra de la tan común percepción de que nunca el ser humano había experimentado tanta violencia como en el siglo XX y de que, en consecuencia, podemos estar viviendo la antesala de una época de sufrimiento atroz e inimaginable, el reconocido psicólogo cognitivo Steven Pinker argumenta más bien que la violencia entre humanos está disminuyendo y que lo ha venido haciendo desde hace tiempo. Más aún, según Pinker, actualmente vivimos la época más pacífica de todas las que ha vivido nuestra especie en la Tierra.
Algunos datos que cita Pinker:
Desde 1945, en Europa y las Américas, hemos presenciado profundas disminuciones en el número de muertes debidas a guerras entre estados, conflictos étnicos y golpes de estado militares, incluso en América del Sur. A nivel mundial, el número de muertes en combate ha caído de 65.000 por conflicto por año a menos de 2.000 muertes durante esta década. Desde el fin de la Guerra Fría, a principios de los noventa, ha habido menos guerras civiles, una reducción del 90 por ciento en el número de muertes por genocidio e incluso una reversión del repunte de crímenes violentos ocurrido en la década de 1960.
¿Por qué, a pesar de datos como estos, tanta gente parece preferir seguir pensando que el mundo entero va camino hacia el abismo? ¿Será qué encontramos algo de placer mórbido en las expectativas apocalípticas?
Algunas respuestas en el artículo completo de Pinker: Why is There Peace?
Página de Pinker en Univ. Harvard: Steven Pinker
15 jul 2009
Suicidio doble a los 54 años de amor
"Suicidio" no es la palabra más adecuada. A pesar de que el DRAE simplemente lo define como "quitarse voluntariamente la vida", el término arrastra un estigma. La gente baja la voz cuando dice "fulanito se suicidó".
El caso que hoy me ha llamado muchísimo la atención es más bien de "suicidio asistido" o, más exactamente, de "eutanasia". Pero no de una persona sino de dos: el director de orquesta británico Sir Edward Downes, de 85 años, casi sordo, casi ciego y enfermo de cáncer; y su esposa, Joan, ex bailarina de 74 años y a quien recientemente le diagnosticaron un cáncer terminal.
Sus hijos divulgaron un comunicado de prensa en el cual, entre otras cosas, dijeron esto: "Después de 54 felices años juntos, decidieron poner fin a la vida en vez de seguir luchando con serios problemas de salud. Murieron en paz y en circunstancias que ellos eligieron..."
La organización que los ayudó fue la clínica suiza Dignitas (acertadísimo el nombre), a la cual, al parecer, ya han acudido más de 115 británicos para poner fin a sus vidas.
La noticia me la robé de El País. Más información sobre Dignitas en: Wikipedia, Portal suizo de información; sobre la muerte de Downes: Clarín, BBC.
Posdata. Por otro lado... estar a favor de la eutanasia en un país que, entre otras aberraciones legislativas, insiste en prohibir la fertilización in vitro y sigue considerando a los homosexuales como personas discapacitadas para formar familias... pues, por decir lo menos, se siente uno como en una caverna, o en una cápsula que ha viajado atrás en el tiempo, o un país moralmente varado que sigue lamentándose de la "pérdida de valores" cuando en buena parte del mundo los valores no se perdieron sino que se transformaron, generalmente para bien. Es decir, que más bien desea uno que se terminaran de perder algunos viejísimos valores para ver si así encontramos el coraje de asumir otros renovados. Y no es tan complicado; por ejemplo, gran parte del atraso se explica por no querer separar, formal e informalmente, a la religión del estado... ¡Hace pocos días escuché a un diputado de la República mencionar sus conversaciones con Dios como criterio para tomar sus decisiones políticas! ¡Válgame Dios!
Posdata 2. Eduardo Ulibarri publicó en noviembre de 2008 un artículo pertinente para el contexto costarricense de estas "guerras culturales", vale la pena recordarlo. También este de Carlos Santamaría.
escribió
pezenseco
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1:33 p. m.
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Catálogo: actualidad, amor, cáncer, Costa Rica, éticos, eutanasia, suicidio
7 jun 2009
alegría
Hay quienes creen que la felicidad solo puede residir en el futuro, una especie de porvenir absoluto en el que uno, muerto, habrá resucitado a una felicidad fuera-del-tiempo. Casi siempre, en estos casos, la felicidad sería algo con lo que se debe uno re-ligar, dependiendo de si lo merece uno o no con base en cómo se haya comportado en la vida; pues el supuesto del “re” es que alguien, no uno mismo sino, seguramente, la especie, conoció ya esa felicidad alguna vez en un pasado muy remoto. La historia es una especie de línea recta que eventualmente formará un círculo, pues pasado y futuro se encontrarían en un punto final de plenitud y consumación del tiempo. Esta es siempre una felicidad religiosa, pasada o futura pero nunca presente (el presente, en cambio, la vida, por ejemplo, es un valle de lágrimas o debiera serlo).
Hay quienes creen que la felicidad solo existe como pasado, pero pasado experimentado, una especie de recuerdo o reminiscencia de momentos ya vividos. La felicidad sería entonces el recuerdo del buen tiempo vivido con x o y, o en el año tal o cual, en todo caso una época casi siempre breve en la que nadie enfermó ni murió ni hubo divorcios ni siniestros, en la que muy probablemente no había escasez económica y el tiempo pasaba acompasado y brillante como una flemática jornada de verano. Esta felicidad psicológica es más una nostalgia por sensaciones o afectos que una sensación o un afecto efectivos, actuales; por lo tanto, está atravesada de una ausencia fundamental, la de toda memoria y su carácter de huella o símbolo. Y la felicidad no puede estar atravesada de ausencia ni símbolos.
Hay también quienes creen que la felicidad solo puede ser algo vivido en el momento actual, por muy difícil que sea precisar algo así como un “momento actual”; la actualidad misma, el flujo continuo de la consciencia “presente”, eso que ni siquiera cabe en una sola palabra porque hasta las palabras entrañan ya el paso del tiempo, aunque sea escasísimo, cierto “antes” y cierto “después” (concatenados precisamente por ese siempre huidizo “ahora”) sin los cuales la compresión del lenguaje sería imposible; pero, entonces, esto no le va bien a la felicidad, pues para ser presente, tendría que ser más bien una suerte de plenitud de la consciencia vivida, sin pasado ni futuro, puro presente; de modo que esta especie de felicidad zen es esa rara sensación que vivimos en los momentos verdaderamente alegres de nuestra vida, pero por eso mismo, en sentido estricto, no sería felicidad sino alegría; porque la alegría, a diferencia de la felicidad, no rehúye el tiempo, lo aprovecha más bien, lo penetra, lo escama como a un pez, lo pela como a una fruta y brinca en él, por ejemplo con las convulsiones de la risa.
Y bueno, eso, otra manera de decir que “ahora mismo” creo sentirme un poquitín alegre por poder estar dejando pasar el tiempo sin ocupaciones graves, anotando más bien estos apuntes sin mucho afán ni deber, porque sí, simplemente porque puedo.
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pezenseco
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1:44 p. m.
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Catálogo: alegría, apuntes, definiciones, felicidad, huella, nostalgia
3 jun 2009
viaje
Había olvidado que el sentido de la escritura es el mismo que el del viaje: perderse a sí para reencontrarse, en otros y con otros, hacerse otro; es decir, no dejar de vivir, de querer vivir; o bien: conocer lo humano y el mundo, lo infinito, la posibilidad de ver emerger en uno mismo la idea de infinito.
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30 ago 2008
Alberti, optimista
que los años en mí no son hojas, son flores,
que nunca soy pasado, sino siempre futuro.
26 jul 2008
vicio
A veces sus ojos me atraen como agujeros en una pared: ¿cómo negarse a mirar? Y al hacerlo, a veces sus ojos se vacían en lamentos.
A veces sus labios me recorren y, enmudecidos, me callan.
Otras veces, al salir debatido de sus ojos y sus labios, la veo sonriendo. Casi siempre sonríe con cierta perversidad… A veces sé con implacable certidumbre que ella no se vacía en lamentos ni enmudece; soy solo yo quien se vacía y calla.
A veces siento que debería alejarme. Pero es imposible negarse a seguir mirando.
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18 jun 2008
redes sociales y productividad
Aunque trabajo como traductor independiente, es decir, sin un jefe que me esté vigilando u ordenando cosas, a veces, cuando se me acumula demasiado trabajo, no tengo más opción que echarme al hombro jornadas de más 12 horas diarias.
Para poder soportar todo ese tiempo frente al monitor, y encima enfrascado en textos complicadísimos e hipertécnicos que debo traducir de urgencia (a los clientes siempre les urge, olvidan que el traductor tiene que comer y dormir y de vez en cuando hasta tener un fin de semana libre), en medio del trabajo atravieso lectura de blogs, feeds de noticias, chat de skype y yahoo, youtube, diversos sitios de música, etc...
Pues resulta que un estudio parece demostrar que el acceso a redes sociales desde la oficina aumenta la productividad, cosa que, según entiendo, no creen en la mayoría de empresas, razón por la cual les prohíben a sus empleados el uso de internet para fines ajenos a sus obligaciones.
Cito del artículo donde me enteré que somos muchos los que descansamos del trabajo siguiendo en la computadora en lugar de ir a hacer una siesta:
"Casos como éste demuestran que las redes sociales, de las que los blogs son su principal exponente, se están convirtiendo en el enemigo público número uno de las empresas. En este asunto hay dos posturas enfrentadas. Por un lado, están las empresas que consideran que interfieren directamente en la productividad de sus empleados, por lo que llegan a instalar cortafuegos para que los trabajadores no puedan conectarse a chats, a “messengers” o a redes P2P para descargarse música.
Pero también hay empresas que consideran que las redes sociales no son un peligro ni el fin del trabajo tal y como lo conocemos. Esta última postura ha quedado respaldada por un informe de la empresa PopCap según el cual prohibir el uso de Internet para fines personales en el trabajo costaría a las empresas británicas 8 mil de millones de euros al año por pérdida de productividad de sus empleados. ¿La razón? Tomarse un “E-descanso” durante la jornada laboral reduce el estrés porque ayuda descansar la mente. Para el estudio, un “E-descanso” son sólo diez minutos." (Raúl Morales)
artículo completo
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escribió
pezenseco
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9:39 a. m.
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Catálogo: blogs, ciberespacio, curiosidades, internet, redes sociales, tecnología