13 sept 2009

Y sin embargo evoluciona

En el Festival de cine de Toronto acaban de presentar la película Creation, de Jon Amiel, acerca de las vicisitudes personales (psicológicas, familiares, etc) que enfrentó Charles Darwin mientras desarrollaba su gran teoría de la evolución por selección natural. La principal, quizá, fue la muerte de su primera hija, a los 10 años.

Es de sobra sabido que él se guardó sus ideas y descubrimientos durante muchos años, pues imaginaba la polémica que provocarían y, además, mientras pulía sus argumentos y añadía evidencias (paleontológicas, biológicas, etc) y anticipaba todas las posibles críticas y sus posibles respuestas aclaratorias. Él mismo quería estar absolutamente seguro de la solidez, coherencia y fundamentación de sus tesis.

Por otro lado, su esposa, Emma, era profundamente religiosa y se le haría difícil comprender que, de acuerdo con las ideas de su marido, la belleza del universo, la grandiosidad de la naturaleza y la vida, pudieran ser explicadas sin recurrir a una divinidad. Pero justo eso demostraba por primera vez la teoría darwiniana de la evolución por selección natural. Esta es la gran idea, “la idea peligrosa de Darwin”, como dice uno de sus principales defensores en la actualidad, el brillante Daniel Dennett. De modo que sus dudas y conflictos también fueron amorosos, él amaba y respetaba a Emma y sabía que sería duro para ella cuando su libro viera la luz pública. La película Creation se ocupa de estos aspectos biográficos de la vida de Darwin.

Lo que me impresiona, hoy, es que a pesar de que la película ha sido alabado por la crítica y tiene prevista su distribución en todo el mundo, y de que parece, en primera instancia, fiel a la vida y las ideas de Darwin, todavía en EE.UU. los productores no han conseguido cerrar un trato para su distribución, pues es considerada demasiado polémica para la masiva y poderosa comunidad religiosa estadounidense...

“Christian film review website Movieguide.org described Darwin as 'a racist, a bigot and a 1800s naturalist whose legacy is mass murder.'” (Artículo en Daily Mail)

Es simplemente increíble: 150 años después de la publicación de El origen de las especies, todavía en Estados Unidos quieren simplemente negar su solidez y su carácter científico. La teoría, en esos 150 años, ha recibido todo tipo de críticas e intentos de falsación, y de cada combate ha salido mejor parada, con más pruebas y mejores y más detalladas explicaciones. Muchos autores consideran que prácticamente no hay ninguna otra teoría científica que tenga tantas pruebas a su favor. Negarse a ver en ella una verdad de la naturaleza (aún si concedemos que de todos sus pormenores y complejísimos detalles y consecuencias aún se no escapa una buena parte, pero no el núcleo de su funcionamiento) por una “necesidad” religiosa, es más bien necedad y fanatismo.

Parece que no solo en Costa Rica seguimos bajo el yugo de poderes inerciales del pasado y, casi, la antigüedad. No sé si en EE.UU. sea peor, pues los niveles y la virulencia de sus fanáticos son ciertamente de temer por su capacidad de influencia.

Negar, hoy en día, la evolución por selección natural, equivale a haber negado, 150 años después de Galileo (o peor: aún hoy), que la Tierra se mueve alrededor del sol y no a la inversa.

Hoy nadie niega los descubrimientos astronómicos de la modernidad que les debemos a Copérnico y Galileo; pero en su momento sus ideas fueron tan “peligrosas” para las anquilosadas instituciones religiosas como lo son hoy (en EE.UU., por lo menos) las ideas darwinianas. El mismo Papa Juan Pablo II emitió, cientos de años después, una disculpa pública para Galileo por el juzgamiento y la condena que de él hizo la Santa Inquisición. ¿Cuánto más habrá que esperar para que el sentimiento religioso desmedido y contracientífico siga imponiéndose sobre nosotros, manipulando los hechos y la opinión pública?

Por último, es absolutamente ridículo acusar a Darwin de genocida (“mass murderer”) o cosas semejantes, como hicieron los “críticos” de cine cristianos en el citado artículo. Todos los que hemos leído a Darwin y alguna de sus biografías sabemos que fue un ser humano, en el mejor sentido de la palabra, bueno, respetuoso y con un carácter moral admirable. Suyas son las siguientes palabras:

"As man advances in civilization, and small tribes are united into larger communities, the simplest reason would tell each individual that he ought to extend his social instincts and sympathies to all members of the same nation, though personally unknown to him. This point being once reached, there is only an artificial barrier to prevent his sympathies extending to the men of all nations and races." (el énfasis es mío)

Con Darwin, lo que nos separa de una sociedad global justa y equitativa no es una condena natural sino artificial, es decir, de nuestra propia creación. Nada en la teoría de la evolución por selección natural jusifica posiciones racistas o excluyentes de ningún tipo. Solo en las versiones erróneamente simplificadas, de mala fe o demonizadas sin conocimiento, es eso posible.

Y sin embargo se mueve, murmuró Galileo, entre dientes, ante sus inquisidores.

Darwin agregaría: y también evoluciona.


Para ampliar el tema, algunos textos recomendados:

Is religion a threat to rationality and science?

La nueva ilustración evolucionista

Darwin's Complex Loss of Faith

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3 comentarios:

César B. dijo...

Buen post, ya van 150 años y siguen renegando, ojalá no tarden cuatro siglos en aceptar los hechos.

Algo escribí al respecto, si te interesa: http://mentisliber.blogspot.com/2009/02/darwin-y-las-ideas-torcidas-sobre-su.html

pezenseco dijo...

Hola César, excelente tu texto, hay que seguir defendiendo a Darwin contra tanta tergiversación. Gracias por la visita.

Nope dijo...

Como le escribí a Cesar, es muy común ver que las personas confundan, o de plano nieguen ideas totalmente lógicas.

Unos por puro interés, otros porque... ¿Porqué lo hacen los otros?

Hace un tiempo, cuando cambié de bando y dejé de creer en bichos invisibles con hijos híbridos, se me ocurrió que era buena idea mencionar el hecho a todo aquél con quien hablara. (Supongo que es natural, como cuando un niño aprende a andar en bicicleta).

Pero, en lugar de felicitaciones o aprobación por haberme forjado un nuevo camino, descubrí que a mi amigo, (con quien encontré libros tipo Darwin y Dawkins) sus padres le enviaron una cinta, supongo que en lo que creyeron era un acto de compasión y de bondad, en la que se narraba el descenso de siete jóvenes al infierno, donde vislumbraron un tipo cuya condena era debida al pecado de "Ser diferente". Juro que esas fueron las exactas palabras.

Y sus padres fueron los que se lo dieron, sin pensar en las posibles implicaciones que tal atrocidad podía traer.

Simplemente me molesta que me amenacen con dolor eterno y el de mis amigos.