30 nov 2006

indiscreción


Al pasar la hoja, se puso en guardia. Intuyó que debía prepararse, todo indicaba que venía una polémica, una ínfula psiquiátrica, quizá una indagación en las raíces de su cobardía.

Es que los libros, a veces, saben más de uno que uno mismo, como si se escribieran para eso, no para que se conozca mejor quien los escribe sino quienes los leen. El autor se desconoce escribiendo, el lector se conoce leyendo. Los escritores son unos entrometidos, lo desnudan a uno, son sádicos y lo disfrutan… Al final, claro, todo sigue siendo el mismo circo de máscaras, lo único que cambia son las que lleva cada uno.

En efecto, la página siguiente fue una indiscreción.

2 comentarios:

Denise dijo...

Y yo, como indiscreta que soy, tengo una curiosidad enorme de saber qué leías, pero como decente que soy... no pregunto.

Lo peor de esta desnudez es que no sé si es el caso, pero a mí me da hasta vergüenza sentirme así de expuesta, como si cualquier otra persona pudiera venir y enterarse de por qué me siento así.

En lo que no estoy tan de acuerdo es que creo que los buenos autores no solo desnudan a los demás y los dejan en evidencia, si no que se ponen bajo la luz ellos mismos. No como esta visión de que todo lo que se escribe tiene relación con la propia vida (que no lo creo) si no en el sentido de que esa visión -sea para negarla o reinvindicarla -pertenece al imaginario del autor.

pezenseco dijo...

Sí, creo que se ponen bajo la luz ellos mismos, pero acaso más para buscarse y perseguirse continuamente, que para finalmente encontrarse...