9 nov 2006

manifiesto críptico

Demasiada gravedad. O dolor inútil. O ni siquiera inútil: absurdo. Y demasiado “deber”, porque también puede haber excesos en el “deber”.

No más: a veces simplemente hay que atreverse a ser quien uno es, hoy. Porque no creo que haya un camino único, verdadero y bueno para todos por igual. Ni siquiera uno para uno mismo siempre.

Dichosamente, uno siempre tiene el derecho de hacerse otro.

Hay el camino que a cada quien le plazca, hoy.

Contra la producción masiva de objetos y creencias y sueños, afirmar la producción personalizada de objetos y creencias y sueños. (Customization de estilos de vida…)

Incluso la amistad es más “real” –es decir, más creada que presupuesta– cuando emerge de la diferencia que de la aparente identidad. Más aún, los iguales no tienen por qué hacerse amigos con esfuerzo y tolerancia y sensibilidad; su “igualdad”, generalmente gregaria de antemano, hace de la amistad un asunto previsto, incuestionable, homologizador. En rigor, no podría existir amistad entre iguales, precisamente porque tener todo en común es ni siquiera tener que ver al otro como otro. La amistad solo puede ganarse por el esfuerzo de acompañarse y quererse a pesar de las diferencias, de todo tipo de diferencias…

¿Pero es posible?

...

Por último, afirmar la belleza y el placer por sí mismos, sin necesidad de excusas sociológicas ni justificaciones teóricas.

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