Cuando no se sabe sobre qué escribir, siempre es una tentación escribir sobre escribir o escribir sobre nada. Al menos se puede pretender escribir sobre nada, porque obviamente es imposible: nada se puede decir de la verdadera nada, ni siquiera, por supuesto, que es verdadera...
En todo caso, hasta las banalidades se pueden escribir con ingenio, con lo cual la banalidad adquiere al menos un valor estético.
Espero no tener que recurrir constantemente al intríngulis, pero no he sabido inaugurar este espacio de otro modo. Este es para mí un fenómeno atractivo y terrible: durante años lleva uno diarios y sabe que están ocultos en una gaveta y que nadie les echa ojo, pero si de pronto se atreve uno a escribir públicamente... Allí empieza el juego, pues ¿cuán diferentemente escribimos cuando sabemos que lo escrito será público? Por otro lado, la privacidad total tal vez sólo sea una ilusión, no importa si el cuaderno se engaveta bajo llave, es decir, quizá el solo hecho de rasgar un papel con palabras o de golpearlas en un teclado sea ya, inevitablemente, de algún modo publicarse, ser parte de algo más vasto y complejo que uno-mismo. Tener voz es quizá fundamentalmente sólo eso: ser siempre cómplice de algo. El asunto es de qué.
Veremos.
26 dic 2005
escribir sobre nada
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3 comentarios:
Estoy feliz de encontrarte en el mundo del blog.
Hay textos que DEBEN ser públicos, es un bien para la humanidad. ¿Por qué dejar bajo llave el talento? Corré los cerrojos, dejanos a todos entrar a pasearnos por las vocales y consonantes que cuando las juntás activan las neuronas.
Hola Ale, gracias por el comentario y por el "encouragement".
Escribir sobre nada.
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