2 may 2006

juego de manos


Una vez me leyeron la mano y me dijeron que las líneas de mi vida y de mi pensamiento irían paralelas hasta el final, que no habría contradicción entre lo que vivía y lo que pensaba o que –era otra posibilidad– mientras estuviera vivo seguiría pensando “bien”: aprendiendo, produciendo, sin llegar a convertirme en un viejito delirante. Me dijeron obviamente muchas cosas más, pero anoche, recién acostado a dormir, recordé específicamente esa parte de la vida y del pensamiento porque sentí, con descomedido temor, que hacía días no pensaba nada, por ejemplo nada que valiera la pena escribir en el blog; razón por la cual he corrido hoy, apenas despierto, a escribir precisamente esto, que probablemente tampoco valga la pena pero que, al menos por un rato, tal vez me consuele o divierta… Claro, también podría buscar a alguien que me vuelva a leer la mano: tal vez de allá a acá las líneas hayan cambiado y ahora digan que mi vida está condenada a dejar rezagado para siempre a mi pensamiento, y entonces podría dormir tranquilo, pues, qué alivio, pensar cosas serias ya no sería una obligación con el destino.

5 comentarios:

Noctámbulo Desesperado dijo...

Hay que tener cierto cuidado con esto del paralelismo de las líneas en la palma de la mano, porque dependiendo cuantas paladas demos surcando la tierra o cuantas buenas cogidas de café nos llevemos, así podemos distorsionar esa angularidad y convertirlas en líneas cóncavas o convexas que nos vengan a aguar la fiesta que teníamos prevista para el futuro.

Anónimo dijo...

Yo sin haber sometido mis extremidades a la quiromancia, siento el mismo desasosiego cuando me despierto.

Ana dijo...

Sí, tal vez con una nueva lectura el destino permita y no obligue, que es como debería de ser.

Luis Chaves dijo...

son de villanos.

Denise dijo...

¿y con la nueva lectura tendrías menos angustia?
No creo, seguramente que te sentirías en la obligación de entender por qué ya no estás obligado a pensar cosas serias... doble tortura