6 may 2006

mar azul


Cuando uno escribe, por ejemplo, “el mar azul”, piensa en muchos mares a la vez, o en muchas ocasiones en que ha visto el mismo mar, que, claro, nunca es el mismo, ya lo supo y dijo de primero Heráclito el Oscuro, pero uno en cierto sentido necesita que sea el mismo porque si no no podría ni pensarlo ni decirlo: “el mar”; pues mientras uno piensa en un mar “en general”, también piensa en uno en particular, por ejemplo el de Junquillal de Cuajiniquil cierto día de febrero de… O el que tiene uno en frente si es que tiene la dicha de haber escrito “el mar azul” de hecho frente al mar azul. Luego, por supuesto, está el problema del color azul o de cualquier color –lean si no a Ludwig Wittgenstein para que entiendan las dimensiones filosóficas a las que puede llegar el problema de un simple color–, que cuál azul, si rey o índigo o cerúleo, y luego pensar que nunca, nunca podrá uno saber con certeza si la otra persona, la que oye o lee “el mar azul” percibirá y pensará el azul tal como uno lo piensa o lo ve o lo siente. Y sin embargo, claro, esa otra persona no piensa en rojo, sino en azul, algún azul, que aunque es el suyo y no el mío también es el de los dos porque si no ni siquiera nos entenderíamos. Curioso, pues: mi azul es sólo mío y el suyo es sólo suyo y no existe uno que sea de los dos, o si existe, no podemos saberlo... Ha de ser que ese que no existe es el de los dos, el “general”, la palabra “azul” y no el azul. La palabra “azul” no es ningún azul y es todos a la vez, y sólo por eso ella y yo, por ejemplo, pensamos a la vez otra cosa –el azul de cada uno– y lo mismo –el “azul”–…
En todo caso, lo que quería escribir hoy no era “el mar azul”, sino esto que sigue (y de hecho fue lo primero que escribí, antes de imbecilizarme con el galimatías de marras…):

Hoy la tarde fue un mar azul, y el mar estaba en calma, y en la calma de pronto saltó un delfín.

(P.D. 1. Si no quieren enfermarse de la cabeza prescindan de la recomendación de leer a Wittgenstein.)
(P.D. 2: Más sensato, obviamente, Reinaldo Arenas en Antes que anochezca: “¡Qué decir de cuando por primera vez me vi junto al mar! Sería imposible describir ese instante; hay sólo una palabra: el mar.”)

4 comentarios:

Noctámbulo Desesperado dijo...

Entonces...¿has estado en playa Rajada? ¿Allá por Bahía Bolaños?

Es el mejor mar azul que he disfrutado, principalmente por los meses de enero y febrero cuando la playa es invadida por miríadas de cardúmenes.

Noctámbulo Desesperado dijo...

Ese problema de azules lo tuve alguna vez cuando pintaba la bandera de Costa Rica.

E igual aplica para el morado de quienes los sapris quieren hacer su color y el verde de quienes los liberacionistas quieren hacer su color

Ana dijo...

Pensé en Puerto Soley y Junquillal, pasé el fin de semana en esos mares y vengo a encontrar a Junquillal como uno de tus mares azules.
Eso debe ser entenderse de verdad: pensar lo de cada uno diferente y lo de los dos igual.

pezenseco dijo...

PPTSO: El morado de los sapris a veces no parece morado...

ANA: es que esos mares...