23 abr 2006

Homo

La persona humana es persona independientemente de su determinación de género. Y entre los derechos de todas las personas debiera estar el derecho de amar y de ser amadas. Pero aún hay muchas personas que se oponen a que otras se amen; creo que en buena parte son el tipo de opositoras a quienes les interesa más una regla que el bien o el mal que resulte de ella. Porque no dudo que estas personas crean que, como mínimo, el amor es tratarse con ternura, sentir atracción mutua, respetarse y comprometerse, cada uno, a acompañar al otro, a no hacerle daño y colaborar con su placer y su felicidad. Pero creen indemostrablemente que eso sólo puede ser amor cuando se da entre un hombre y una mujer, como si aquella definición mínima se hiciera irracional o imposible cuando sus rasgos aparecieran entre personas del mismo género. No ven que si la ternura, la atracción, el respeto y el compromiso tuvieran limitaciones genéricas, también la amistad sería imposible entre personas del mismo género.

Las personas opositoras recurren entonces al argumento de la “naturaleza”; dicen que en ella no hay homosexualidad porque el fin natural de la relación sexual es la reproducción. Y dicen que la relación homosexual es inmoral porque niega esta función natural de los órganos sexuales. Pero, si ese es su único fin natural, ¿por qué también brindan placer? ¿El placer es sólo un chantaje mediante el cual la naturaleza nos “invita” a reproducirnos? ¿Por qué el placer no puede pensarse también como algo natural? La función natural del oído es escuchar, por ejemplo la acechanza de un depredador, o el llamado de una cría; pero nadie considera antinatural que sintamos placer al usar el oído para escuchar el adagio de Albinoni o el último single de Marc Anthony. Por otro lado, aparentemente la homosexualidad es tan natural como las hormigas. Hace poco vi un documental llamado “Sexo salvaje” que muestra gráfica e irrefutablemente que hay prácticas homosexuales entre peces, monos, leones, insectos, en realidad por todo el mundo animal; por ejemplo, hay monos machos que se masturban mutuamente y a veces hasta se penetran, lo cual, palmariamente, no es para reproducirse.

En los seres humanos el amor no puede equipararse con la relación sexual, ni reducirse a ella; los animales no aman como nosotros y por eso sus normas no deben simplemente calcarse a nuestro ámbito. Nosotros pensamos simbólicamente, no estamos atados al instinto, podemos variar el sentido de las cosas, y todo esto entraña que nos sea posible darle al amor otros fines: celebrar la vida con el gozo del cuerpo, por ejemplo.

En fin, si el amor –compromiso, ternura, placer, etc.– no está necesariamente ligado a la reproducción, nada debiera limitarlo a la heterosexualidad. El amor se dice y hace de muchas maneras y, como el arte, se falsea o mutila cuando se constriñe en camisas de fuerza formales. Todas las personas que se amen deben tener el derecho de civilizar su amor ante la ley, pues entre nosotros, y ya desde hace tiempo, es la ley antes que la naturaleza lo que rige nuestras relaciones. De otro modo no nos quedaría más que admitir que en esto los monos son más civilizados que nosotros.

8 comentarios:

Floriella dijo...

Es una lástima que hayan cancelado escrìpunturas (la primera vez que lo leí fue ahí, por recomendación de su hermano Fran), pero bueno, como bien dice, una puerta se cierras y otra se abre.
Muy bueno el post, BTW.

Humo en tus ojos dijo...

El instinto es el instinto en los animales... y en nosotros está generalmente lleno de cosas para nada instintivas que nos enseñan culturalmente como verdades absolutas... esperemos que llegue cuando nos volvamos más sensatos con nuestra naturaleza y los instintos que los demás quieran expresar

Luis Chaves dijo...

saludos, víctor. con el ánimo de llevar el tema un poco más lejos: por qué siempre se tiene que justificar el homosexualismo desde el concepto del amor? las personas que lo hacen por placer quedan excluidas? o, para ser más explícito: sólo quienes buscan relaciones sentimentales tienen ese respaldo moral?


dejo el balón picando para que rematen.

pezenseco dijo...

FLORIELLA: he leído tu blog y no tenía idea de que conocieras mi hermano...

HUMO: sí, más sensatez sería una buena cosa.

LUIS: Completamente de acuerdo, de hecho en el texto no quería vincular el homosexualismo al amor desvinculándolo del placer, sino sólo desvincular tanto el amor como el placer (en los seres humanos) de la reproducción. Lo que me interesaba más era defender el derecho de los homosexuales a legalizar su relación. Por lo demás, creo que placer y amor no son equivalentes, y no creo que uno tenga que justificar al otro, etc. Es decir, no se debe excluir a nadie si hace cosas sólo por placer, al contrario: lo que defiendo es que en los humanos hay ese derecho precisamente porque el placer no está vinculado a la reproducción... Es, digamos, autónomo: el gozo, la belleza, no necesitan ninguna excusa ni justificación. (P.D. Qué bueno leerte por aquí.)

Floriella dijo...

Sip, lo conozco de hace unos cinco años y una vez en Jazz Café, cuando le conté que me gustaba escribir, me dijo con mucho orgullo que su hermano escribía para Ancora.
Saludos!

Denise dijo...

Una de las cosas que me sorprenden de España, o que me gustan, es que al menos en términos legales han empezado a ir a la cabeza con estos temas.

El que el matrimonio gay sea legal me parece un derecho básico de cualquier persona, pero más allá de la etiqueta jurídica, pienso que el meollo está en la naturalidad con que se ve cualquier escogencia sexual.

Quiero decir, no sirve de mucho que la figura legal exista si el pensamiento que la sustenta y defiende no está extendido. Supongo que para que eso pase debería existir un colectivo gay/lésbico que luche por sus derechos o un gobierno de mente muy abierta (que por lo que veo no es el caso en nuestro país y me sospecho que pasará mucho tiempo para que lo sea).

Luis Chaves dijo...

siempre paso, víctor!

Anónimo dijo...

"¿El placer es sólo un chantaje mediante el cual la naturaleza nos “invita” a reproducirnos?"

Exactamente. Así es como se ha vacilado a los millones que han venido y seguirán viniendo. Porque no es cajeta criar al monillo, pero a uno eso se le olvida cuando está cogiendo.

Ojalá dejáramos, pero ya, de pensar en que es "natural" y que no. Mucho menos basura con que atajarse. Si nos vamos a poner en esas, entonces a condenar a don Frankling Chang, que el mono lampiño no se diseñó para andar dando vueltas en un tarro por el espacio. A Máinor también, porque la mano no se diseñó para andar agarrando frenos de mano en la noche por la Sabana.

"No es natural"... Qué estupidez de argumento.

por cierto, es "homosexualidad", "homosexualismo" suena como subtítulo de Sony malogrado : )