22 sept 2006

apatía

…la apatía solo llega y luego ni se va ni nos deja actuar, solo nos acompaña y nos nutre de desencanto, nos invita a dejar pasar el tiempo, que además hay que ocuparlo en cosas y tedios y uno trata de realmente no hacer nada pero es imposible. La rutina es una telaraña. Las personas, posibilidades olvidadas, decrecientes en número, mudas. Y los libros de siempre, viejos, privados, perseverantes, son objetos inútiles porque no le gustan a nadie y nadie los lee y un libro que nadie lee no es libro, es un pisapapeles, un posavasos, un arma muerta. Y sin embargo siempre es posible volver al papel, aun si es nada más para exteriorizar ante uno mismo el absurdo y hacerlo consistente o material y creer que así, al hacerse tangible, será posible soplarlo y desvanecerlo o arrugarlo y tirarlo como un apunte cualquiera o, por ejemplo, uno de esos papelitos de publicidad que le dan a uno al salir de las escaleras eléctricas del mall, o en la calle, clases de inglés dos por uno, porción de pizza con refresco gratis… El tedio puede reverberar como una nota sostenida, alargada, agudizándose, penetrando y posándose como un ave nocturna en la tapia desnuda, sin repello ni pintura, tal vez una lechuza blanquísima, es cierto que improbable, pero algo vivo que, en la parálisis de la noche moviera apenas sus ojos y girara su cabeza atenta y sin que lo notara el mundo volara y apresara al pobre ratón que solo para ella estaría ahí: oculto para todos pero no para ella. ¿Es que todos podríamos aprender a ver u oír algo que solo uno podría ver y oír? Y de ser así, ¿qué habría que hacer con eso, guardarlo, acumularlo, o soltarlo y dejarlo ir aun si nadie más pudiera verlo u oírlo? Aunque también es posible que siempre fuera una ilusión o una ingenuidad y que no hay nada verdaderamente propio de nadie, y eso que alguien creyera poder oír o ver o saber con exclusividad fuera simplemente una locura o un engaño, siempre una trampa, o una excusa, una manera sutil en que la vida se esfuerza por romper esa apatía que a veces solo llega y luego no quiere irse ni dejarnos actuar y solo nos acompaña y nos nutre de desencanto…

3 comentarios:

Ana dijo...

Además de leerlo, el sólo ver lo que escribiste como un todo... como una imagen junto con el monitor es pesado. El párrafo interminable, sólo termina para no continuar más; y aún así termina en puntos suspensivos y no en punto final.

A veces pienso que mucho de lo que escribo termina así, en puntos suspensivos; porque se sigue escribiendo siempre, porque continúa con la vida.

Pensé en la escalera eléctrica que termina donde están ellos dándome papeles, en una en especial y en la apatía tuya, la mía y tal vez la de ellos que tampoco les gusta repartir papeles.

Me da la sensación que más arma muerta es la palabra que no sale ni escrita, que no queda en libro que nadie lee más que vos. Es un paso diría.

Humo en tus ojos dijo...

Lo tremendo de todo esto, es que a diferencia del cuerpo que con nada ya se malnutre, a veces uno no sabe que hacer para desnutrir el desencanto de una escencia.

Anónimo dijo...

Como eres un pez en seco, en las las letras parece que encuentras el agua, que segun dices careces.

¡Quizas quieras salpicar tus letras por los aires de la PLUMA LIBRE!

Saludos P.L