Hoy no quiero nada. No te pido nada. Hoy descanso y me canso de tanto no querer.
Hoy no estoy, me retiro. Floto en el vacío. Y el vacío es soñar con poder escribir líneas en blanco.
Hoy no quiero nada. Y menos que me pidan nada. Hoy quiero estar sin tiempo, sin deberes; sin mujer ni espacio; sin objetos ni caricias; sin lágrimas ni poesía: sin hipocondrías ni ambiciones. Estar nada más, quieto como un número: siempre idéntico a sí mismo.
Hoy no quiero nada... ¡Pero eso es tanto querer!
20 jul 2006
nada
13 jul 2006
zidane
Zidane siempre fue mago y tenía que serlo hasta en la manera de terminar su historia con la selección francesa. Un amigo mío lo puso muy claro: podría haber escupido a Materazzi, o haberle dado un empujón, pero no, su represalia la ejecutó con creatividad y elegancia, cabezazo al pecho, como un carnero...
Lástima que en los medios lo de Zidane se haya convertido en una manera más de poner en evidencia el morbo y la obsesión que se tiene con y por la violencia física, ostensible, y en cambio la especie de permisiva inexistencia que goza la violencia solapada, o sólo verbal (todo lo que no puede aparecer en TV), como si la violencia que no se ve no fuera tan real (o más) que la que sí se ve... Pero es al revés: la violencia, cuando no se ve, y precisamente porque no se ve, es más tenebrosa que cualquier otro golpe o estallido manifiesto.
Por eso, aunque no sepamos qué le habrá dicho Materazzi a Z., yo le apuesto a que, por mucho, fue más violento que el golpe de Zidane...
En todo caso, el mundial parece haber premiado otra vez el mal fútbol.
Y Zidane sigue siendo el mago, aunque ahora sepamos que es, además, un simple animal humano.