Se dejó caer sobre el sofá y apagó el cigarrillo con descuido. Las uñas se le llenaron de ceniza y empezó a limpiárselas con las uñas de la otra mano. Estaba fastidiada y, seguramente, harta de disimularlo. Finalmente, se sacudió las dos manos en la microfibra leonada y miro rápidamente a todos lados para confirmar que nadie la veía.
Yo quería devorarla. No sabía su nombre. Su marido, al otro lado de la sala e incipientemente alcoholizado, reía y gesticulaba desmesuradamente con sus amigotes. Pensé en una banda de chimpancés. Luego pensé que a veces los chimpancés machos secuestran hembras... Raptarla no me sonó tan mala idea, salvarla de ese grupúsculo... Pero al instante me humanicé: nuestro ancestro común con los chimpancés existió hace unos cinco millones de años, suficiente tiempo para que algún empuje moral se instalara en nuestros cerebros. O quizá solo quería que ella me salvara. Raptarla era innecesario, una trivialidad. Ella, además, no tendría por qué saber que para mí sería solo un juego.
Empezó a mirar el equipo de sonido como si fuera un televisor. Me acerqué. Ella levantó la vista y, tras un segundo vacío, sonrió.
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27 feb 2008
cenizas
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3 comentarios:
hola victor, me gustó el relato, muy mono.
hablando de negocios lucrativos, te cuento que hice una página de la editorial
http://www.editorialarlekin.com/
pasame tu correo para darte entrada como administrador, y así quitemos las tonteras que puse.
estoy tratando de averiguar cómo se hace para vender los libros en amazon también. nos hablamos. saludos,
roberto
Hola Roberto, buenísima la iniciativa. Te escribí un mail al correo que pusiste en la página pero no he recibido respuesta, será que no es funcional? en todo caso, podés encontrarme en vitorioalba@yahoo.com. Hablamos.
Gracias Crysty, voy a echarle un ojo.
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